lunes, 12 de octubre de 2009

Los alumnos se lastiman, la escuela paga

Mendoza | En un año se duplicó la cantidad de plata que tuvo que desembolsar el Gobierno para pagar las demandas que los padres hacen contra las instituciones escolares por las lesiones de los alumnos.

En un año, la Dirección General de Escuelas (DGE) vio duplicarse los montos de las demandas civiles que habitualmente enfrenta. En 2007 le iniciaron acciones legales por daños y perjuicios por $1,2 millones. En 2008 la cifra se elevó a $2,4 millones.

Estos procesos se inician por accidentes en los que los alumnos de escuelas públicas sufren alguna lesión física dentro del establecimiento. Sin embargo, el número de causas no ha aumentado. Al contrario, en 2007 hubo 27 juicios y en 2008, 26.

Parte de la explicación que se pague más plata “está en las tasas de interés activas del Banco Nación, que aumentan 1,2% mensual las cifras”, explicó Miguel Ángel Sottile, director de Asuntos Jurídicos de la DGE. Pero también está la “maña” de los demandantes para agregar daño moral en su pedido y probarlo en el litigio.

En este último aspecto, Sottile reconoció que algunos abogados manejan mejor que otros el pedido daño moral y remarcó que todo queda finalmente en la subjetividad del juez para sentenciar.

Sin embargo, la DGE sólo canceló el 34% de los montos: $732.562. Esto representa 3% menos con relación a 2007, cuando se desembolsó el 37% de los $1,2 millones demandados por vía judicial, es decir, $479.670 (ver infografía).

Este porcentaje de pagos no es malo. Sobre todo si se tiene en cuenta que no hay mucho para hacer en causas de daños y perjuicios más que pelear el monto, ya que las escuelas tienen una responsabilidad objetiva.

“El equipo de asesores legales de la DGE, que se formó hace más de diez años, está muy preparado para enfrentar estas causas. Podemos decir que, entre 400.000 alumnos, 26 juicios no es una barbaridad”, apuntó Sottile.

La reacción de los papis

Se dan tres conductas en los padres cuando alguno de sus hijos sufre un accidente en la escuela.

La mayoría sólo busca que se recuperen lo más rápido posible.

Ahora bien, en la medida que el accidente incrementa su gravedad y el tema se judicializa, los padres van a fondo con las acciones legales.

El tercer comportamiento de los progenitores es dejarse llevar por algunos abogados que prometen un veredicto muy favorable y, rápidamente, se convierten en representantes legales de la familia del lesionado a cambio de un porcentaje de la indemnización.

Eso sí, cuando la sentencia no es favorable para el demandante se cumple el viejo dicho: “Los juicios los ganan los abogados y los pierden los clientes”.

Así, muchos padres quedan con una deuda del 20% del monto de la demanda bajo su responsabilidad, aunque en la mayoría de los casos no pagan por insolvencia, según informaron desde la DGE.

Los privados pagan con su plata
El dinero que debe pagar la Dirección General de Escuelas (DGE) no sale de su presupuesto. No se dejan de construir edificios, no se abandona su mantenimiento ni se postergan sueldos docentes por esta causa. El dinero sale de la Ley de Presupuesto.

Pero estos fondos sólo son para las escuelas públicas. Los colegios de gestión privada deben hacer frente con su propio capital los juicios por accidentes en sus instalaciones.

“Por eso la ley les pide un seguro obligatorio”, observó el director de Asuntos Jurídicos de la DGE, Miguel Ángel Sottile. Sin embargo, las demandas que reciben las escuelas privadas están siempre muy por encima de los montos que aseguran las compañías.

Daño psicológico y moral
De cara al futuro, el panorama que se presenta para los docentes no es simple. La Dirección General de Escuelas prevé cada vez más demandas por daño psicológico y moral.

Para que se entienda, una lesión va a afectar psicológica o moralmente más a una persona si es en el rostro y menos si es en un tobillo.

Por eso, en las escuelas apuntan a la prevención en todo momento, de modo tal que se reduzcan al mínimo las posibilidades de accidentes.

No obstante, existe una serie de posibles acusaciones que se presenta como un desafío para los docentes y, muchas veces, los deja en off side o sin reacción.

Las “seños” y los “profes” deben cuidarse de no tener actitudes que puedan ser causales de una demanda por daño psicológico o moral.

A veces un comentario, un ejemplo usado para el desarrollo de la clase o una simple palmada en el hombro pueden ser interpretados como discriminación o insinuación.

“Lo que antes se interpretaba como un abrazo fraternal hoy puede desembocar en un caso de pedofilia, al menos para la industria del juicio”, analizaron desde la DGE.

Otro de los casos que preocupan al Estado son los delitos cibernéticos. Es que, más allá de que el uso de celulares y filmadoras está prohibido por ley, en horas de clase las filmaciones se pueden hacer en los recreos y son difíciles de controlar.

Los alumnos creen que hacen una gracia cuando filman a un compañero y lo ridiculizan en internet. Pero detrás de esto el juicio llega a la escuela.

http://www.diariouno.com.ar/contenidos/2009/10/05/Los-alumnos-se-lastiman-la-escuela-paga-0004.html

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